El caso Salazar HUNDE al PSOE: Mujeres socialistas SE REBELAN contra el partido
La crisis del caso Salazar ha estallado en el corazón del Partido Socialista, dejando al descubierto una fractura interna sin precedentes. La indignación crece entre las filas socialistas, donde las mujeres han decidido alzar la voz contra un sistema que parece haber fallado en protegerlas.
Durante meses, el expediente de Salazar fue un tema olvidado, rodeado de excusas y silencios. Sin embargo, la reciente revelación de que las denunciantes no habían recibido respuesta en cinco meses ha encendido las alarmas. La falta de acción ha sido calificada de “chapuza deliberada”.
Ferraz, la sede del PSOE, ha pasado de negar las denuncias a culpar al anonimato y a un sistema informático fallido. La cadena de excusas ha generado una ola de descontento entre los cargos territoriales, que ven en esta situación una falta de responsabilidad y transparencia.

La reunión de urgencia convocada por Pilar Bernabé no hizo más que agravar la crisis. Las explicaciones defensivas y las promesas vagas han alimentado la sospecha de que se intenta cerrar el caso sin un análisis serio. La presión aumenta, especialmente sobre María Jesús Montero, cuyo vínculo con Salazar la coloca en el centro del huracán.
Testimonios de mujeres han señalado comentarios desalentadores de Montero, lo que ha intensificado la inquietud interna. Aunque su entorno lo niega, la percepción de que alguien ha tratado de bloquear el avance del expediente es palpable.

El Partido Socialista se enfrenta a una erosión de su credibilidad en un momento crítico. La necesidad de cohesión es urgente, especialmente con las negociaciones con Junts y la campaña extremeña a la vista. Este escándalo golpea no solo la imagen del partido, sino también la figura de Montero.
Las federaciones territoriales, cansadas de la falta de respuestas, han decidido actuar. Exigen un protocolo antiacoso claro y un mecanismo automático para trasladar los casos a la fiscalía cuando el acusado renuncia a la militancia. La presión para judicializar el asunto crece, liderada por voces como la de Adrián Alastra.

La organización socialista ha fallado en su deber de proteger a las denunciantes. Este episodio ha puesto en evidencia la descoordinación entre Moncloa, Ferraz y el área de igualdad. Por primera vez, el partido se siente superado por los acontecimientos.
La indignación no proviene de fuera, sino desde el interior del PSOE. La crisis del caso Salazar deja a Sánchez más expuesto que nunca, y la vicepresidenta se encuentra atrapada en un torbellino de críticas. El futuro del partido pende de un hilo en este momento de turbulencia.