Pedro Sánchez, acorralado por el descontento social, ha reforzado de manera sin precedentes la seguridad en el Congreso de los Diputados durante la celebración del Día de la Constitución. Este despliegue inusual revela su temor a los abucheos y críticas en un ambiente de creciente tensión política.
El perímetro de vigilancia se ha ampliado, alejando el cordón policial varios metros de las autoridades, impidiendo así que los ciudadanos se acerquen. Este blindaje refleja la angustia del presidente, quien se enfrenta a una imagen incómoda en una jornada institucional que debería ser un símbolo de unidad.
Sánchez, en un intento por calmar los ánimos, ha publicado un mensaje en redes sociales instando a cumplir con la Constitución. Asegura que este es el mejor camino hacia un futuro de igualdad y justicia social. Sin embargo, su discurso contrasta con la realidad en las calles y el clima de rechazo palpable.

La conmemoración del 47º aniversario de la Carta Magna se ve empañada por la ausencia de más de la mitad de los grupos parlamentarios, incluidos aliados clave de su gobierno. La crispación y el descontento dominan un acto que, en lugar de unir, evidencia el deterioro político del país.

El evento principal, que tendrá lugar en el salón de pasos perdidos, se desarrolla en un contexto histórico marcado por el cinquentenario de la muerte de Francisco Franco y la restauración de la monarquía. Sin embargo, la atención se centra en Sánchez, quien llega rodeado de polémica y temor a las críticas.

El presidente enfrenta múltiples escándalos de corrupción que han salpicado a su entorno. Casos como el de Begoña y la trama del Partido Socialista han llevado a prisión a figuras clave de su partido, intensificando la presión sobre su liderazgo.
Este Día de la Constitución se convierte en un recordatorio incómodo del desgaste de Sánchez y la creciente desconfianza que lo rodea. En un ambiente de tensión y críticas, el presidente se encuentra más aislado que nunca, enfrentando un futuro incierto en un país dividido.