Cientos de españoles se han congregado este jueves frente a la sede del Partido Socialista en la calle Ferraz de Madrid, desatando una manifestación masiva contra el presidente Pedro Sánchez. La indignación ha estallado tras la dimisión de Santo Cerdán, secretario de organización del partido, y la revelación de un informe de la Guardia Civil que lo vincula directamente con un escándalo de corrupción.
La tensión ha ido en aumento desde que Sánchez, en una comparecencia pública, pidió perdón a la ciudadanía sin ofrecer explicaciones claras ni asumir responsabilidades. Los manifestantes, furiosos, han coreado consignas como “¡Sánchez a la cárcel!” y “¡Fuera corruptos del gobierno!”, expresando su hartazgo ante lo que consideran una burla del gobierno hacia la ciudadanía. “Nos toman por tontos”, ha declarado una mujer entre la multitud, reflejando el sentimiento generalizado de frustración.
El informe de la Unidad Central Operativa (UCO) ha desvelado que Cerdán estuvo involucrado en el amaño de las primarias del Partido Socialista en 2014, facilitando mordidas millonarias a través de contratos públicos. Su dimisión ha sido interpretada como una confirmación de una trama corrupta que salpica al núcleo duro de Sánchez, quien se encuentra cada vez más aislado políticamente.
La situación se complica aún más con la solicitud de la Guardia Civil para registrar las instalaciones de la Moncloa, residencia oficial del presidente. Esta petición, que forma parte de una investigación penal por presuntos delitos de malversación de caudales públicos y organización criminal, podría marcar un antes y un después en la crisis que enfrenta el gobierno.
El silencio desde la Moncloa y la falta de reacciones públicas por parte de Sánchez han generado un torbellino de especulaciones políticas y mediáticas. La oposición ha exigido respuestas inmediatas y ha acusado a Sánchez de esconderse tras los muros de la Moncloa, mientras su círculo más cercano se desmorona.
La posibilidad de que la Guardia Civil entre en la sede del Ejecutivo no solo tendría un impacto político devastador, sino que podría abrir un capítulo sin precedentes en la historia democrática reciente de España. Con la presión popular en aumento y un clima de desconfianza generalizada, el futuro de Pedro Sánchez pende de un hilo.
